tag:blogger.com,1999:blog-85602838629528323982024-03-21T08:19:41.847-07:00ContinuidadelosparquesUnknownnoreply@blogger.comBlogger11125tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-47965193959269347552008-09-19T17:27:00.000-07:002008-10-13T04:06:11.383-07:00Las cenizas del colibrí. Gonzalo Calcedo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5MJ81Q1ILW7FcLtrBZyIv0ZnKSimHlF7s5YPXOwN4Etrz-zD65wRx_Pg__1SZWHTj4cmno1iAhcIKEy_3HbrykXoylIpg5ixzqpbqEI7QDZynr1_Xfs8QF-RDYv8iO23DuPtvKNUS9nM0/s1600-h/7_EL_PESO_EN_GRAMOS_DE_LOS_COLIBR_ES.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5MJ81Q1ILW7FcLtrBZyIv0ZnKSimHlF7s5YPXOwN4Etrz-zD65wRx_Pg__1SZWHTj4cmno1iAhcIKEy_3HbrykXoylIpg5ixzqpbqEI7QDZynr1_Xfs8QF-RDYv8iO23DuPtvKNUS9nM0/s320/7_EL_PESO_EN_GRAMOS_DE_LOS_COLIBR_ES.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5255833561478438386" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5rDKcTjeFxXB1DgooO4xaE9gE5-_nzYzZsfkcJ52VI5648FQMNRZ0es8NymhP6hk3fC5qExWliorFUfadglBILmsJekvFT_SciWG1L56dpHNIJiK7ic3IjT2o4u9TBdhKMtKHJcWZcOJC/s1600-h/cenizas.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5rDKcTjeFxXB1DgooO4xaE9gE5-_nzYzZsfkcJ52VI5648FQMNRZ0es8NymhP6hk3fC5qExWliorFUfadglBILmsJekvFT_SciWG1L56dpHNIJiK7ic3IjT2o4u9TBdhKMtKHJcWZcOJC/s320/cenizas.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5255833565230494066" /></a><br /><div style="text-align: justify;">Aunque cueste creerlo, todavía hay algo más ligero en gramos que el colibrí, ese pájaro vibrante y leve: sus cenizas. Pienso que al leer <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">El peso en gramos de los colibríes</span> y <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Cenizas</span> no resulta difícil trazar una línea de continuidad en el proceso de desintegración experimentado por los personajes que nutren de forma recurrente los cuentos de Calcedo. En ambos volúmenes aparecen vendedores de seguros o de pisos que habitan el mundo igual que si fuera un hotel de paso, amas de casa que arrastran su esterilidad o su alcoholismo como cadenas invisibles. Vidas en gris, seres que se encogen de hombros y cumplen con los actos de su existencia una rutina, un ceremonial diario, insoslayable. </div><div style="text-align: justify;">Pero mientras que en <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">El peso en gramos...</span>, esos hombres que se suben a sus coches y juegan a ser libres o esas mujeres casadas que apuran en la mañana un trago clandestino en la taza del desayuno, siguen viviendo cuando la cámara deja de reparar en ellos, en <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Cenizas</span> el lector toma conciencia de que su naturaleza insignificante se ve amenazada ya por un evidente proceso de acabamiento y de que corren un evidente peligro de quiebra, de cierre por derribo. Los triunfos cada vez son más irrisorios, más precarios. A uno de los protagonistas se le agota incluso la esperanza de poder enamorarse de la camarera que les sirve el café cada mañana. Otra volverá a encontrarse un domingo por la mañana en que sale a buscar pasteles para su familia con un amor de juventud, completamente trastornado y en un entorno tan poco proclive al romanticismo como un todo a cien regentado por orientales Un tercero caerá en la emboscada humillante a la que le expone una sombra del pasado por un exceso de confianza en sus ya fenecidas posibilidades como seductor maduro.... En este libro la locura y la derrota ocupan un lugar preeminente, y alcanzan con certera puntería los impermeables grises de los personajes. Calcedo teje historias que mezclan el desaliento, la amargura contenida, y filma aplicando su propia versión de la lente neorrealista al hombre moderno, de suyo tan poco apasionante, tan no literario, mira con detenimiento a quienes no pueden permitirse un heroísmo o una excentricidad sin enfrentarse al fracaso y al reflejo de su propia demencia. Les sigue cuando suben a sus coches (el coche, siempre el coche, tan importante para estos habitantes cero como las patas del centauro) y recorre con ellos la ciudad y sus afueras. Calcedo contempla con atención la vida de personajes cuarentones, repara en el desierto existencial de parejas a las que cada día separa cada vez más una larga jornada de trabajo, de los solitarios que conducen hacia la oficina temiendo que nunca se enamorarán o que cualquier día puede ser el último en esa empresa donde sufren el acecho constante de tiburones diez o quince años más jóvenes. </div><div style="text-align: justify;">No sé hacia dónde podrán caminar los próximos libros de Calcedo, un autor de prosa sobria y reconocido prestigio que nunca termina de deslumbrarme. Creo que en los dos que hoy comento se dan paralelismos evidentes y una ligera variación, ese desintegrarse de las vidas de sus personajes que podría servir para abrir nuevas vías narrativas. Porque en cierta forma Calcedo ya lo ha contado todo sobre ellos, ese es sin duda un ejercicio que controla y el lector, al menos esta lectora, por más que no espere vueltas de tuerca o golpes de efecto en la última línea del relato, puede quedarse en el camino si cada vez que se acerca a sus páginas se tropieza de nuevo a la misma galería de seres cenicientos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div> </div><div><br /></div><br />CENIZAS<br />GONZALO CALCEDO JUANES<br />EDITORIAL PRE-TEXTOS<br />Lengua: Castellano<br />Encuadernación: Rústica<br />ISBN: 8481918865. ISBN-13: 9788481918861<br />Precio:13 € ($17,61)<br />154 páginas.<br />Año de edición: 2008<br /><br /><br />EL PESO EN GRAMOS DE LOS COLIBRIES (XV PREMIO TIFLOS DE CUENTO)<br />de CALCEDO JUANES, GONZALO<br />EDITORIAL CASTALIA, S.A.<br />Lengua: CASTELLANO<br />Encuadernación: Tapa blanda<br />ISBN: 9788497401562<br />190 páginas<br />Año de edición:2005Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-56715900639491485622008-09-14T02:42:00.001-07:002008-09-14T12:32:55.054-07:00Un nuevo suicida. David Foster Wallace<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVnFYCR_b1odNe1KjvRuU5N_iQP-OE1erX2vHMuVmuHRfaeWGHvGPZNsf7yHwgkxrsyKedITzX2T-KYPLaj-JUXQZx7pcIaSiN3eB6KRlp5JcEXRFpxtynQLa7tAa0DR6sYoTstIyzhXDP/s1600-h/david2.gif"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVnFYCR_b1odNe1KjvRuU5N_iQP-OE1erX2vHMuVmuHRfaeWGHvGPZNsf7yHwgkxrsyKedITzX2T-KYPLaj-JUXQZx7pcIaSiN3eB6KRlp5JcEXRFpxtynQLa7tAa0DR6sYoTstIyzhXDP/s320/david2.gif" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5245812918294862722" /></a><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo casi entiendo a los escritores que se suicidan, si lo hacen en domingo. Creo que es el peor día de la semana, el que menos apetece vivir. Pero Foster Wallace se mató el viernes, y lo encontró su mujer, colgado de una cuerda. Me entero por Miguel Ángel Muñoz de la noticia, <a href="http://elsindromechejov.blogspot.com/2008/09/la-muerte-de-david-foster-wallace.html">http://elsindromechejov.blogspot.com/2008/09/la-muerte-de-david-foster-wallace.html.</a></div><div style="text-align: justify;">Al principio creo que es una humorada de escritor, pienso que quizás al bueno de Foster Wallace le ha dado por contar en un relato su propia muerte. Luego veo que va en serio. Y me vienen a la mente Woolf ahogada en un río, Plath arrastrando la cama a a la cocina para consumar su suicidio doméstico, Hemingway cargando su fúsil para matar osos. Tal vez a todos ellos les costó remontar un domingo. </div><div>Pues nada, Foster Wallace, si esa es tu voluntad, aquí te dejamos una canción. Gracias a la de Lepanto por ponernos en la pista de semejante versionaza.</div><br /><a href="http://www.youtube.com/watch?v=1MDlMdu2gjw">http://www.youtube.com/watch?v=1MDlMdu2gjw</a>Unknownnoreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-54125228011162417842008-09-07T02:13:00.000-07:002008-09-08T02:36:40.270-07:00Cass, la chica más guapa de la ciudad<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSxcikTg9Z-6DGrQ3E5FftvKeAZ0u67okzy4jmq71PBLP-RfnPFKUAlJSr0hdcUUeTJUrPjPWdTD5QIg4Q8NuiTjkZCEE6FYip95pA-oyPzpk4Hyb4D0-mupsp9mUPYjUY79AEq6NopfWp/s1600-h/2492624237_632f913205.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSxcikTg9Z-6DGrQ3E5FftvKeAZ0u67okzy4jmq71PBLP-RfnPFKUAlJSr0hdcUUeTJUrPjPWdTD5QIg4Q8NuiTjkZCEE6FYip95pA-oyPzpk4Hyb4D0-mupsp9mUPYjUY79AEq6NopfWp/s320/2492624237_632f913205.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5243581665169092402" /></a><br />(G. Sopeña, J.L. Rodríguez)<br />Nos gustaba Cass<br />la chica mas guapa de la ciudad<br />su forma angelical de pisar la nieve<br />mientras tararea la última estrofa de Dylan.<br />Su manera tan dulce de guiñar<br />como si estuviera recitando un poema<br />o pintándose los labios<br />en el espejo de cualquier fotografía.<br />Nos gustaba que tuviera las piernas morenas<br />y se riera como un sábado.<br />Pobre Cass, tenía que morir como una Diosa, nuestra.<br />Arrollada por un Chevrolet<br />y un repartidor de Coca-Colas<br />y ahora un policía nos robó todas las lágrimas.<br /><br />Y ahora la lloramos<br />todos y enviamos violetas<br />a direcciones inventadas<br />todas dirigidas<br />todas dirigidas<br />todas dirigidas a Cass,<br />la chica mas guapa de la ciudad.<br /><br />Pero solo hemos aprendido<br />a silbarte una nueva canción<br />es para ti Cass,<br />que estabas tan harta de la vida<br />que te tumbabas desnuda bajo el sol<br />de las cinco de la tarde.<br />Es para ti,<br />que nos reprochaste tantas veces<br />nuestro aire de perritos derrotados<br /><br />Y ahora la lloramos<br />todos y enviamos violetas<br />a direcciones inventadas<br />todas dirigidas<br />todas dirigidas<br />todas dirigidas a Cass,<br />la chica mas guapa de la ciudad<br />la chica mas guapa de la ciudad<br />la chica mas guapa de la ciudad.<br /><br />Cantada por el inimitable Mauricio Aznar y sus Más Birras<br /><br /><a href="http://www.youtube.com/watch?v=oku-mWlNkRk">http://www.youtube.com/watch?v=oku-mWlNkRk</a><div><br /></div><div>(foto de Lechuguita, la chica verde más guapa de Flickr, por cortesía de erregiro, </div><a href="http://www.flickr.com/photos/erregiro/">http://www.flickr.com/photos/erregiro/</a>)Unknownnoreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-66894496790748059642008-09-04T03:48:00.000-07:002008-09-08T08:08:13.131-07:00La tarde del dinosaurio, o el mar idiota<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGnliUMpxEWWewhmtmtCAB4KiuJUfpOPrF_33uERCjxaBKQMTFdmhTyz3PjAaSDuUAtnagSgPxmyb3GISl1kpAzemyLQxf47rZNBgAH6x4-LJhuIutTZuDbE6mju-tHbsQjHYpZNT4wx1u/s1600-h/muestraPortada.gif"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGnliUMpxEWWewhmtmtCAB4KiuJUfpOPrF_33uERCjxaBKQMTFdmhTyz3PjAaSDuUAtnagSgPxmyb3GISl1kpAzemyLQxf47rZNBgAH6x4-LJhuIutTZuDbE6mju-tHbsQjHYpZNT4wx1u/s320/muestraPortada.gif" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5242826634544197154" /></a><br /><div style="text-align: justify;">Hace unos diez años, a la salida de clase, yo solía aterrizar en Hermanos Vidal, una librería muy conocida de Zaragoza que queda a dos patadas del campus y huele siempre a papel viejo. Entonces la regentaba el inolvidable Antonio, su fundador, un librero genial que cuando pagabas en caja ponía tu libro en una bolsita pequeña y te recitaba un par de versos a modo de despedida. Allí me pasaba yo horas hurgando entre los anaqueles, porque no era raro darse de bruces con textos descatalogados y rarísimos, como los de un estudiante de Filología, llamado Gonzalo, que un buen día aparecieron sobre una de las mesas de la trastienda. A juzgar por la cantidad de libros desparramados que llevaban su nombre escrito en la primera página, daba la sensación de que Gonzalo se había desprendido de golpe de toda su biblioteca universitaria, con el mismo gesto de quien se quita un abrigo con los bolsillos llenos de piedras cuyo peso le resultara insoportable cargar un segundo más. Junto a una edición amarillenta del manual de Lapesa y la <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Morfología del cuento</span> de Propp, encontré, entre otros, los <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Cuentos de la becada de Maupassant</span> y dos libros de la Peri Rossi que me llevé a casa por el módico precio de 400 pesetas, después de leer sus títulos: <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">La tarde del dinosaurio</span> e <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">In</span><span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">dicios pánicos</span>. El primero, en su diminuta edición de Plaza & Janés del año 1984, se convirtió enseguida en uno de mis favoritos, porque atesoraba un conjunto magnífico de relatos, agrupados en torno a un nombre insuperable. Y es que los nombres (me cuesta llamarlos títulos) de los libros son así de importantes. Cuántos leemos y cuántos desechamos gracias a ellos.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">La tarde del dinosaurio </span>es, para mi gusto, uno de los mejores cuentos del volumen, de hecho es tan bueno que hasta la propia Cristina Peri Rossi quedó hipnotizada por la imagen de aquel bicharraco grisáceo que emergía de entre las olas, sacando su enorme cabeza como con miedo de lo que pudiera encontrarse en la superficie, y decidió llamar así a su libro. Julio Cortázar compartió asombro con ella y le escribió un prólogo, <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Invitación a entrar en una casa</span>. Como no podía rehusarse semejante ofrecimiento, viniendo del maestro, yo también me apresuré a cruzar el umbral. Y después de leer la formidable historia del niño que sufre los efectos secundarios de tener dos padres tan distintos como la cara A y la cara B de una cinta de cassette que debe escuchar a diario, habría querido poder arrancar las páginas de ese cuento y convencerme de que era mío. Lo mismo o muy parecido me sucedió con el bradburiano cuento espacial <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Simulacro</span>, donde el desesperado narrador se pasa el tiempo persiguiendo por toda la galaxia a Patricia, una astronauta esquiva y deshumanizada que le da calabazas siderales siempre que tiene ocasión, o con el maravilloso <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">En la playa</span>, ejemplar en su uso ágil e ingenioso del diálogo y que protagonizan una pareja de aburridos recién casados y una niña extraña, de esas que te hacen pensar inevitablemente en criaturas de ojos acharolados, como los de Ana Torrent en las películas de Saura.<br /></div><div style="text-align: justify;">Los niños son importantes en este libro, ya lo señaló Cortázar, al afirmar que aquí cumplen el papel de testigos, víctimas, jueces, de quienes los inmolan a fin de obtener de sus cenizas un adulto. Y es cierto. La infancia es el periodo de la verdad y la sabiduría en los cuentos de Peri Rossi, sus niños son filósofos intuitivos y sujetos autosuficientes, que miran con algo de compasión severa a sus mayores. Niños que salen disfrazados a ganar el pan de cada día, mocosos como la niña que surge del atardecer en la playa y sostiene una larga charla con la pareja que nuncan olvida llevar en el bolso un jersey, por si refresca: <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Si yo me voy ustedes se quedan toda la noche solos</span>, les dice. Y que termina sentenciando, <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Aunque les deje a mi gato, estarán completamente solos</span>.</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">Hay otro tema en <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">La tarde del dinosaurio, <span class="Apple-style-span" style="font-style: normal;">que en realidad para mí es el tema. El mar. El mar como dinosaurio que el hombre juega a extinguir en favor de una especie más evolucionada, las playas mansas de un mundo maquillado de civilizacion y que, en realidad, permanece, sobrevive como elemento idiota, en el sentido griego de un individualismo egoísta, de una incapacidad para tomar contacto con su alrededor. Nunca se limita a asumir el papel de simple telón de fondo en este volumen <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic; "><span class="Apple-style-span" style="font-style: normal;">de relatos, sino que, aun vuelto de espaldas, amenaza a cada historia, las vigila y asedia, casi puede decirse que incluso las condiciona. Y es que ¿se atrevería ese narrador enamorado a mostrar lo que siente por su hermana Alina, delante incluso de su novio, si no estuvieran los tres junto al mar, tomando fotos en la arena?, o ¿acaso la niña misteriosa podría aparecer de la nada en cualquier otro escenario que no fuera en esa orilla dócil? Creo que no. El mar está casi siempre, es el otro lado del espejo que un padre inhábil para la edad adulta y su viejísima hija de siete años atraviesan al exiliarse en </span><span class="Apple-style-span" style="">La influencia de Edgar A. Poe en la poesía de Raimundo Arias<span class="Apple-style-span" style="font-style: normal;">, y se transfigura en espacio galáctico, que no es otra cosa sino el océano moderno, remoto e inexplorado, en el primer </span>Simulacro<span class="Apple-style-span" style="font-style: normal;">.</span></span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;">Pese al desconcierto que puede generar en el lector la inclusión de algunos de los cuentos finales, como el suntuoso <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Gambito de reina, </span>en un libro que posee de forma innata una atmósfera tonal, esa que tantas veces nos empeñamos en buscar en obras propias y ajenas, esta tarde de dinosaurios, de deseos condenados a convertirse en animales estériles y adultos desvalidos que olvidan la verdadera lógica vital, merece la pena, sobre todo porque uno ya no tiene que dejarse la vida buscándolo en vano por las librerías, ni tampoco los ojos, si es que finalmente lo encuentra por casualidad en una librería de viejo, como me pasó a mí. La obra de Peri Rossi merecía unas hechuras distintas al formato aquejado de enanismo de Plaza & Janés, y en Tropo Editores se las han dado este año, junto con una portada maravillosa del gran Óscar Sanmartín y un prólogo a cargo de la propia autora. Una última sugerencia, si pueden, y aunque el verano acaba, léanlo sentados junto al mar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> </div><br /><br />Cristina Peri Rossi<br />La tarde del dinosaurio<br />Lengua: CASTELLANO<br />Editorial: Tropo<br />Encuadernación: Tapa blanda<br />ISBN: 9788496911024<br />Nº Edición:1ª<br />Año de edición:2008<br />Plaza edición: ZARAGOZA<br />14.00€Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-59478898203921382052008-08-25T06:33:00.000-07:002008-08-26T08:18:56.504-07:00La chica sobre la nevera<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgMbJKH_ERMEoR8nlHIPnjasdIUy1pbubRW6mw58t9UakjsSoUUhc3-TP0bCMFkX5dZxx7aDdW6eKrDCs0wUAZy1YBrQYROE2ES3XLlWdP-tCKB_rkHEoviVvakpKdSiiMn3sNf3tMyqKP/s1600-h/7521089.jpg"><img style="text-align: justify;float: left; margin-top: 0px; margin-right: 10px; margin-bottom: 10px; margin-left: 0px; cursor: pointer; " src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgMbJKH_ERMEoR8nlHIPnjasdIUy1pbubRW6mw58t9UakjsSoUUhc3-TP0bCMFkX5dZxx7aDdW6eKrDCs0wUAZy1YBrQYROE2ES3XLlWdP-tCKB_rkHEoviVvakpKdSiiMn3sNf3tMyqKP/s320/7521089.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5238230137566296850" /></a>
<br /><div style="text-align: justify;">Si como lector tienes a gala hincarle sólo el diente a relatos con <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">pedigree</span>, a cuentos de esos que se restriegan compulsivamente las manos con una pastillita de jabón francés antes de cenar, acéptame una sugerencia: no te acerques a Etgar Keret. Porque si tu organismo sólo admite cuentos con la raya planchada, de los que ni locos meterían sus botas en un charco un día de lluvia o abrirían la ventana del gabinete de par en par, por temor a contaminarse de los cien mil males que acechan afuera, no te va a gustar nada, pero nada, su libro. Y es que <span style="font-style:italic;">La chica sobre la nevera</span> es un animal mestizo, un irresistible mil leches que te dispara con una metralleta de Geyperman sus tropecientos cuentos cortometraje, aliñados con viñetas de superhéroes cutres de cómic <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">pulp</span>, zapeos televisivos e historietas contadas al ritmo alegre de un spot publicitario.
<br /></div>
<br /><div style="text-align: justify;">Hacía tiempo que no me echaba al cuerpo un libro tan divertido y tierno, escrito con un desparpajo tal que a ratos hasta se te olvida el negrísimo telón de fondo de esa realidad, la del conflicto palestino-israelí, que permanece agazapada, como un monstruo torpe que asoma de vez en cuando la cabeza y les recuerda a los personajes que la vida no es, qué pena, un radiante video-clip ochentero. Con Keret una siente que forma parte de esa generación de adultos a medio cocer que suspiró durante años por las mismas Adidas que lucían los niños de las series americanas, y que cuando al fin las consiguió, fue tan solo para constatar que no eran para tanto. Como los personajes de Keret una se enganchó a los Simpson en los primeros noventa y conservó, mientras pudo y aunque fuera heridos de polilla, a sus héroes de la infancia; por eso entiende la balada triste que estas páginas entonan en memoria del padre colosal convertido en anciano a los cincuenta, o en honor del hermano mayor que sucumbe a manos del matón del barrio o del mejor amigo que acaba estúpidamente sus días como oficial del ejército. Anima pensar, a estas alturas del partido, que alguien más creía que los sombreros de mago estaban habitados por conejos de una blancura fosforescente, que había en el planeta más niños tontorrones que suspiraban por marcharse con los trapecistas del circo, aunque les diera una pena infinita pasar junto a las pestilentes jaulas donde yacían atrapados monos y leones.
<br />
<br />La edad adulta es la principal causa de mortandad infantil en el mundo, el amor desintegra, las madres, por imposible que pueda parecer, un día van y enferman de muerte, los ángeles de la guarda revientan contra la acera como bolsas de carne si te da por empujar sus cuerpos al vacío desde la azotea de un rascacielos. Muchas veces vives la realidad como una pesadilla, pero no sabes exactamente dónde queda el interruptor para encender la luz, o el botón de <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">pause</span> que congela la imagen del mundo por un rato. Querrías, casi siempre, poder emigrar a lo alto de una nevera, tener el culo calentito y mirarlo todo desde bien arriba y bien lejos, como desde la ventana de un torreón...</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">Si eres de los que han asentido con la cabeza a todo lo expuesto en el último párrafo, ya tardas. Corre, corre a comprarte este libro. Vas a pasarlo teta.</div><div style="text-align: justify;">
<br /></div><div style="text-align: justify;">P.D. La gran Luisa Miñana le ha dedicado una reseña a Pizzería Kamikaze, del mismo autor. Os pongo enlace a su blog, para que la disfrutéis. </div><div style="text-align: justify;">
<br /></div><div style="text-align: justify;">
<br /></div><html">
<br /><a href="http://luisamr.blogspot.com/2008/08/pizzeria-kamikaze.html">http://luisamr.blogspot.com/2008/08/pizzeria-kamikaze.html</a>
<br />
<br />
<br />La chica sobre la nevera
<br />Etgar Keret
<br />Lengua: CASTELLANO
<br />Encuadernación: Tapa blanda<div>Editorial: Siruela
<br />ISBN: 9788498410211
<br />Nº Edición:1ª
<br />Año de edición:2006
<br />Plaza edición: BARCELONA
<br />15.90€</div></html">Unknownnoreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-79149391302650545932008-08-23T05:46:00.000-07:002008-08-24T17:02:18.620-07:00Camiseta del mes<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBP-zUX__HtdrAQkl6cciCubkzHpx9ep_qULGHqgUDJglsa6ynlYGuchwcuGch5PcD508g69tEQsqbja6aYSwVW8k9BSaxtsvDmotU5wljKBGn7GRI0BXddS_tU2TXlm7co7K4GB77dHBC/s1600-h/woolf.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBP-zUX__HtdrAQkl6cciCubkzHpx9ep_qULGHqgUDJglsa6ynlYGuchwcuGch5PcD508g69tEQsqbja6aYSwVW8k9BSaxtsvDmotU5wljKBGn7GRI0BXddS_tU2TXlm7co7K4GB77dHBC/s320/woolf.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5237695051080454082" /></a><br />Virginia Lobo se merece una camiseta ya sólo por escribir <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Orlando</span>... Así que me parece muy bien esta que puede encontrarse en en <a href="http://literaryrags.com/">http://literaryrags.com/.</a><div><br /></div><div><br />En la misma página uno puede hacerse con las citas y el careto serigrafiado del escritor de sus amores. Porque no todo va a ser <span style="font-style:italic;">merchandising</span> de La guerra de las galaxias.</div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-29586009732114605992008-08-14T02:15:00.000-07:002008-08-14T07:34:14.232-07:00Maus. De ratones y gatos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBhG7M89XnlGGqU_H7o4Ig_durE2b5BRQWe8lfCIBLq1iY2ZcnyJH9osQvemdjomz_OHkxGJjULxejZbCDHITsFEd1AM7PyKWQ6fLIZSOg3AfLktyLCTPSJFmwanaHR301y2CzSzKTUwOy/s1600-h/maus_HC.gif"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBhG7M89XnlGGqU_H7o4Ig_durE2b5BRQWe8lfCIBLq1iY2ZcnyJH9osQvemdjomz_OHkxGJjULxejZbCDHITsFEd1AM7PyKWQ6fLIZSOg3AfLktyLCTPSJFmwanaHR301y2CzSzKTUwOy/s320/maus_HC.gif" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5234315375610319938" /></a><br /><div style="text-align: justify;">Este cómic de Art Spiegelman está considerado unánimemente por la crítica como uno de los mejores de la historia. Fue un éxito de público, pero en paralelo también el prestigioso Pulitzer en 1992, una beca de la Fundación Guggenheim y dio lugar a una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Cuenta la historia de un superviviente de Auschwitz, Vladek Spiegelman, narrada a su hijo Art, el autor del libro. Vladek simboliza al hombre irremediablemente marcado por su pasado que recurre al flash-back para regresar al campo de concentración y narrar el horror vivido allí en una larga entrevista que mantiene con su hijo a lo largo del tiempo. A través de la mirada de este se traza un retrato de la figura paterna hoy, con sus pequeñas ruindades, su tacañería y el endiablado carácter que dificulta sus relaciones con los que le rodean. En <span style="font-style:italic;">Maus</span>, Spiegelman va más allá del Holocausto para instalarse en la psicología del superviviente en un intento de deshacer la maraña de su relación paterno-filial, de la sombra de una madre suicida y del fantasma de un hermano santificado al que nunca conoció. Como peculiaridad, en <span style="font-style:italic;">Maus</span> los personajes se muestran con rasgos faciales de animales; así, por ejemplo, los judíos son ratones y los nazis gatos (texto adaptado del dossier de prensa de la editorial).<br /></div><div style="text-align: justify;">Me lo compré el verano pasado y no pude soltarlo en los días que siguieron. Junto con la creación de un personaje lleno de claroscuros, el guapo muchacho-ratón Vladek de antes de la guerra que va convirtiéndose en un astuto superviviente empeñado en salir de Austchwitz con su familia y en un anciano susceptible y avaro, me gustaría destacar el firme pulso narrativo que Spiegelman mantiene durante toda su obra, intercalando hechos de la realidad histórica con pequeños detalles de la vida cotidiana en el periodo nazi. En sus páginas aparece una galería entera de personajes y multitud de historias entrecruzadas, de traiciones y amistades inquebrantables, de seres que van quedándose en el camino y no logran atravesar esa terrible puerta encabezada con el lema "El trabajo os hará libres". La charla entre Vladek y su hijo Art es el diálogo imposible de dos generaciones que se miran con recelo porque entre ambas existe una barrera hecha de huesos calcinados, de signaturas tatuadas, muertes y culpabilidades que no puede sortearse fácilmente. Art, a su manera, vive el Holocausto póstumo, las secuelas que han dejado en él el paso de su padre por el infierno, la pérdida de una madre que siguió viviendo en Austchwitz después de la liberación y el espectro infantil de ese hermano al que nunca conseguirá alcanzar, porque la muerte lo ha convertido en una imagen ideal en la mente de su padre. El hecho de que Spiegelman eligiera caracterizar a los personajes como animales le da a toda la historia un toque de fábula kafkiana que me parece un gran acierto. El ratón judío representa al animalillo masificado y despreciable, asustadizo, mientras que el gato nazi es el depredador elegante y cruel, que juguetea con el sufrimiento de sus víctimas y elabora para ellas complicados ritos de tortura antes de concederles el indulto de la muerte.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br /><br />MAUS <br />ART SPIEGELMAN<br />296 págs. B/N. 21,90 €<br />Colección Reservoir Books<br />Traductor: Cruz Rodríguez Juiz. <br />Fecha de publicación: 15 de Junio 2007<br />PREMIO PULITZER 1992<br />NUEVA TRADUCCIÓN, NUEVO FORMATO Y NUEVA ROTULACIÓN.<br />Año de edición:2007Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-74767153234093142352008-08-13T06:06:00.000-07:002008-08-23T07:18:58.777-07:00En la isla se lee...<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2Uv9OhXYafGUNDO9XFJKrdRAQ6W4wCxM3brkGVl1GWfr3uAffPY5zghyuw6o5JLVBm1DEEy7g_Igy4zm8L9Nabhma9kFeLDFt2vnlzJVEmYHAzIBH-pZ0gk-j6WnchuQMuONqaPYUBLZH/s1600-h/product.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2Uv9OhXYafGUNDO9XFJKrdRAQ6W4wCxM3brkGVl1GWfr3uAffPY5zghyuw6o5JLVBm1DEEy7g_Igy4zm8L9Nabhma9kFeLDFt2vnlzJVEmYHAzIBH-pZ0gk-j6WnchuQMuONqaPYUBLZH/s320/product.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5233992974960643618" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoNwFVYwOa_sgvIaZ42FOdONNnYTqAIC89l60cp-03_loNzlmraV5xiUrSaI-Bp3nRzuut8fe7TwWTwl7lVMrxami0jL7Ufe2IqUnUJFIkFXkJjiAd1dWPhNODgFXKlVSTe-0b_JzcI8vj/s1600-h/notodo.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoNwFVYwOa_sgvIaZ42FOdONNnYTqAIC89l60cp-03_loNzlmraV5xiUrSaI-Bp3nRzuut8fe7TwWTwl7lVMrxami0jL7Ufe2IqUnUJFIkFXkJjiAd1dWPhNODgFXKlVSTe-0b_JzcI8vj/s320/notodo.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5233989677482760898" /></a><br /><div style="text-align: justify;">Una de mis series de televisión favoritas es <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Los</span>t, a pesar de lo enrevesadilla que se pone a veces, con todos esos giros imprevisibles de guión y pequeños detalles que luego resultan ser importantes para descubrir los misterios ocultos de una isla donde todos van vestidos como del Coronel Tapioca y todas se han hecho el láser antes de estrellarse. Hoy me ha hecho gracia uno de los detalles, que tiene que ver con lo que se lee en ese Hawai surrealista. El guaperas de Sawyer, sin ir más lejos, aparece varias veces sentado a la bartola con gafas y un libro entre las manos, <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">La invención de Morel</span> de Bioy Casares (1940). En esta novela, un fugitivo condenado a cadena perpetua va a parar a una isla desierta situada en algún lugar del Pacífico Sur, donde la llegada de un grupo de turistas coincide con un fenómeno inexplicable. Algunas de las webs de fanáticos de <span style="font-style:italic;">Los</span>t que he consultado dicen que se trata de una pista clara del paralelismo entre lo que ocurre en la obra de Bioy y los capítulos de la serie.<br /><br />El caso es que la novela se convirtió, en una semana, y gracias a tan fugaz aparición televisiva, en uno de los cien libros de literatura fantástica más comprados en Amazon.<br /><br />(información recogida en http://weblogs.clarin.com)<br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-90000539172788271782008-08-12T03:17:00.000-07:002008-08-24T17:04:47.112-07:00El pato y la muerte<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRAh-sMu0ajnN5E8IUp88FDPQYL_PdAeiPLlLsxuzAj2WX7OTndkkNF54OZQe4hnYJ5nHhX4GO9RWEblIbYp-grVoaPrsqvWVJE-w0lvJ6NOpjZPkynDZ3ZvYEDnwI-Rhbw37TkbyY-izA/s1600-h/2003731238162707047_rs.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRAh-sMu0ajnN5E8IUp88FDPQYL_PdAeiPLlLsxuzAj2WX7OTndkkNF54OZQe4hnYJ5nHhX4GO9RWEblIbYp-grVoaPrsqvWVJE-w0lvJ6NOpjZPkynDZ3ZvYEDnwI-Rhbw37TkbyY-izA/s320/2003731238162707047_rs.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5233574059283936754" /></a><br /><div style="text-align: justify;">La forma más sutil y hermosa de explicar lo que parece inexplicable. Una calavera amigable, con pinta de niño de campo de concentración, y, muy importante, del mismo tamaño que el pato con quien comparte unos días conversando, oculta bajo unos guantes sus manos huesudas y acompaña a su nuevo amigo hasta que cierra los ojos por última vez. Aviso para navegantes generosos: lo acepto como regalo de cumpleaños, que lo leí de pie en Cálamo (perdón, perdón) y aún no lo tengo.<br />Particularmente, me gusta la estética sencilla del cuento, ese fondo en blanco contra el que se recortan los personajes, la sobria gama de colores empleada en su caracterización y, sobre todo, que se retome una versión amable de la Muerte, conmovida porque a veces no le gusta nada hacer su trabajo. Desde el principio de los tiempos al ser humano le ha resultado balsámico descargar en un concepto vago el peso de su pena al enfrentarse a la pérdida de alguien querido, de ahí la tendencia a rellenar la silueta de esa idea natural del fin de la vida con la figura de un esqueleto insaciable que baila una danza macabra y viene a buscarte a casa cuando te llega la hora. Yo prefiero la imagen de la Muerte enamorada que pintó Manrique en las Coplas a su padre, a Joe Black, a Nacha Guevara en <span style="font-style:italic;">El lado oscuro del corazón </span>y a esta muertecita del álbum de Wolf Erlbruch que parece a punto de echarse a llorar en cualquier momento .<br /><br /></div><div style="text-align: justify;">Viva Barbara Fiore.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br /><br />Título: El pato y la muerte<br />ISBN 978-84-934811-8-6<br />Autor e Ilustrador: Wolf Erlbruch<div>Editorial: Bárbara Fiore<br />Formato: 24 x 30<br />Páginas: 32<br />Encuadernación: Cartoné<br />Precio: 15,00 €</div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-51895917809007481352008-08-12T01:28:00.000-07:002008-08-12T04:28:01.163-07:00Los amantes de Todos los Santos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlcDk7CZ4bgsJjYEpn0Ypft7hYSW6vaPW0mUUh7HMf_Qn9Q6rLcww5jQUA0vF2S8NXm1DB4uIL5QzMcHTCx22mWXvSsgo3SbepJysQlNmMO9NjnHK2vkwm1mQAbYYzEB-_NA0b7m6WmZVx/s1600-h/_medlos_amantes_de_todos_los_santos-1.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlcDk7CZ4bgsJjYEpn0Ypft7hYSW6vaPW0mUUh7HMf_Qn9Q6rLcww5jQUA0vF2S8NXm1DB4uIL5QzMcHTCx22mWXvSsgo3SbepJysQlNmMO9NjnHK2vkwm1mQAbYYzEB-_NA0b7m6WmZVx/s320/_medlos_amantes_de_todos_los_santos-1.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5233560742296866802" /></a><br /><div style="text-align: justify;">Siempre he sentido un ligero reparo hacia las cosas que duran más de la cuenta, cosas como el tiempo de espera en una cola de supermercado, una conversación telefónica, los amores de verano que se empeñan en sobrevivir a septiembre, los cuentos largos. Con frecuencia he preferido a aquellos escritores que afilaban sus historias hasta dejarlas en el puro hueso y he arrinconado libros que podrían haberse acabado tres o diez páginas antes, si el autor o autora de turno hubiera reunido el valor necesario para hacerlo, en lugar de dejarse arrastrar por el engañoso juego de seguir contando lo que ya no es preciso. <br /></div><div style="text-align: justify;">Hoy, en cambio, he encontrado un libro construido con cuentos largos, tan densos que casi eran novelas. Se han venido a pasar la noche conmigo. Una noche de pupilas incandescentes, de fiebre boreal, una noche islandesa como aquella que soñaba Agatha, la protagonista inolvidable del último relato de Juan Gabriel Vásquez. Hoy querría no haber devorado con tanta fruición <span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">Los amantes de Todos los Santos</span>, que el insignificante ilusionista de L<span class="Apple-style-span" style="font-style: italic;">a soledad del mago </span> se hubiera sacado del bolsillo unas cuantas historias más para poder seguir leyendo. En los cuentos de Vásquez la soledad es un fantasma que comparte el lecho de los protagonistas, una esencia embotellada que flota entre las cuatros paredes del piso de esa viuda que teme a los camioneros, que impregna la alcoba de la veterinaria que no soporta presenciar la muerte de un caballo y la cama de matrimonio de una mujer embarazada que espera tendida de costado la llegada de su amante. La soledad es la vida de la que decide huir durante una jornada de caza el hombre con sombra de buitre, enamorado de la mujer de su mejor amigo, volándose los sesos en compañía de su viejo perro. La soledad para Agatha no es quedarse dormida en la bañera hasta que su sangre tiñe el agua de rojo. Estar sola es más bien volver a una casa en sombras y encontrar allí el armario de madera del bisabuelo diácono, como un confesionario vacío, como una caja de madera que contiene el cadáver incorrupto de un Dios temible. La compañía, el amor, las noches compartidas, son simulacros, soledades que van dejando en la almohada restos de su maquillaje. Por eso, al leer estas historias, resulta inevitable ponerse del lado de los que cuando amanece deciden perder, y no de aquellos otros que aceptan la farsa. Resulta imposible no admirar a los que no quieren estar más tiempo solos; no entender que, a pesar de que otros les sobreviven y emprenden rumbo al sur o se resignan a convivir con sus muertos, son personajes como Xavier o Agatha los únicos que en realidad logran salvarse.</div><br />Título: Los amantes de Todos los Santos | <br />Autor: Juan Gabriel Vázquez | <br />Editorial: Alfaguara |<br /> Páginas: 224 |<br /> Fecha de publicación: 26/3/2008 |<br /> Género: Relatos |<br /> Precio: 17.00 € | <br />ISBN: 978-84-204-7356-7|<br />EAN: 9788420473567|Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8560283862952832398.post-60319744391401390962008-08-11T04:17:00.000-07:002008-08-24T16:45:56.181-07:00Por qué<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimdnWIT4gS8R5W6pHzfkSTsTfkP4YAuJ1kol_fYvVfHgGnKg8pYIOf1Lqf2YxF4m6nj99MxYv0cnIbZIN4sXlHEpjX9F8ikpC2M4EhjUsheEF_00xM03gKU8x2Qo8197ubO_W9jJzY4T2L/s1600-h/magiadelalecturabychocolatitala7.jpg"><img style="text-align: justify;float: left; margin-top: 0px; margin-right: 10px; margin-bottom: 10px; margin-left: 0px; cursor: pointer; " src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimdnWIT4gS8R5W6pHzfkSTsTfkP4YAuJ1kol_fYvVfHgGnKg8pYIOf1Lqf2YxF4m6nj99MxYv0cnIbZIN4sXlHEpjX9F8ikpC2M4EhjUsheEF_00xM03gKU8x2Qo8197ubO_W9jJzY4T2L/s320/magiadelalecturabychocolatitala7.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5233568630504670146" /></a><br /><div style="text-align: justify;">Sólo porque leo muchos libros que no se quedan conmigo, como los viajeros que ocupan el asiento de al lado en un autocar. Y porque otros en cambio eligen quedarse, a la manera de una trenza que se deshace, igual que jirones en los que espejea la luz anaranjada de un atardecer. Son esos, la huella de esos, los que me animan a colgar en la pared una estantería, bautizada con el cuento de terciopelo verde de Cortázar aquel en el que puede verse reflejado cada lector que deja de vivir un poco, o acaso vive un poco más, cuando toma asiento en su sillón orejero favorito y abre con gesto respetuoso el volumen que le espera, silencioso, desde el día anterior.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com3